lunes, 24 de marzo de 2008

RRHH y Mantenimiento "Richard Duarte"

Las personas que participan en las empresas tienen necesidades y objetivos que les resultan de especial importancia. Los administradores ayudan a las personas a satisfacer sus necesidades personales y utilizan su potencial para lograr los objetivos de la empresa.

Las personas son mucho más que un factor productivo, son miembros de sistemas sociales en muchas organizaciones, son consumidores e influyen sobre la demanda.

Las personas actúan en papeles diferentes y también son distintas en sí mismas. No existe una persona promedio, aunque, a veces, se la considere. Se elaboran reglas, programas de trabajo, estándares de seguridad, etc., y todo esto con el supuesto de que las personas son similares. Por supuesto, hay que considerar esto para los trabajos organizados pero hay que aceptar que las personas son únicas.

Un plan estratégico implica lograr objetivos de empresas y aunque esto es importante los medios no deben implicar el deterioro de la dignidad de las personas. Debe tratarse a las personas con respeto sin importar su puesto. Cualquier persona dentro de una empresa contribuye a lograr los objetivos de esta empresa.

La comprensión del factor humano es importante para la dirección de las empresas. Las personas no trabajan aisladas. Se trabaja en grupos y se buscan objetivos personales y de la empresa, aunque a veces éstos no siempre coinciden, así que uno de los objetivos de la planificación es armonizar las necesidades de las personas con las de la empresa.

No hay manera de que un administrador pueda utilizar los deseos y las metas de las personas para lograr objetivos de la empresa sin saber qué es lo que las personas desean.

Los administradores deben saber como comunicarse, como dirigirse a sus subordinados para que puedan verificar que entienden a sus propios intereses al trabajar en forma eficiente para una organización.

La gerencia de RRHH necesita crear y mantener un medio ambiente donde los trabajadores puedan lograr un objetivo común. Un gerente no está capacitado para efectuar su tarea si no conoce qué es lo que motiva a las personas. Por esta razón, el proceso total de dirección y conducción de personas debe basarse en un conocimiento de la motivación. Sin embargo, conviene aclarar que no se puede encasillar al gerente en el puesto de psiquiatra principiante ya que su papel no es manipular a las personas sino identificar los factores motivantes diseñando un medio ambiente que promueva el desempeño.

La base de la conducta humana es la actividad, ya sea física o mental. Esta conducta se puede entender como un conjunto de actividades. Las personas hacen cosas que les conducen a lograr algo, pero es muy frecuente que las razones de esas acciones estén ocultas en el subconsciente. Cierto es que los trabajadores participan en las empresas con el objetivo de conseguir alguna meta que no pueden lograr como individuos aislados. Pero eso no significa que necesariamente contribuya todo lo que les es posible para asegurar que se cumplan esas metas. Por tanto, los responsables de la administración de una empresa deben incluir en el sistema total factores que ayuden a las personas a participar en ella de la forma más efectiva y eficiente posible.
Las personas tienen unas aptitudes individuales, estas aptitudes deben estar en consonancia con las aptitudes requeridas por la empresa. Pero esta consonancia no basta, lo más importante es que el individuo quiera poner en práctica estas aptitudes y es ahí donde interviene la motivación.

El área de los Recursos Humanos tiene dos "productos estrella", como son la formación y la selección, si bien los estudios nos indican que el 50% del tiempo lo dedican normalmente a la realización de las nóminas. Es fundamental no perder de vista la importancia de la competitividad y la diferenciación de las empresas en este siglo XXI. Fenómenos como la globalización, las TICs o el acortamiento de los plazos de tiempo, revalorizan aquellos recursos de la empresa que no pueden adquirirse fácilmente con dinero en el mercado, esto es, el capital humano. Este capital humano va a ser clave en las empresas en los próximos años, con una falta de talento que se producirá por la bajada de la natalidad y el auge de los estudios de FP, de manera que más allá del 2010 será un bien preciado. La curva estadística entre población activa (personas en edad de trabajar) y la población ocupada (personas que están trabajando) será coincidente para este año, por lo que el paro será cero y el personal cualificado o de talento será una necesidad.

En este escenario cobra especial relevancia la potenciación del capital humano de la empresa, función específica del departamento de Recursos Humanos, que deberá realizar a través de de la formación continua. El trabajador/a tiene que seguir el ritmo de los nuevos cambios, y para ello habrá que dotarle de las competencias necesarias que demanda el mercado. Se deberá de impulsar la formación continua en las empresas como un desarrollo estratégico del departamendo de Recursos Humanos.

Se impone el estudio y desarrollo de carreras profesionales personalizadas que den estas competencias a los empleados/as en función de las necesidades presentes y, sobre todo, futuras de la empresa. Estas carreras profesionales pasan por la detección actual de carencias en formación y su potenciación en la empresa. Desde esta perspectiva, la relevancia de la formación continua es crucial para el mantenimiento y desarrollo de una empresa competitiva.

Las empresas demandan hoy, mas que nunca, talento. Hasta ahora, este término parecía más un hermoso complemento, que una necesidad. Sin embargo, el entramado económico en el que se desarrollan nuestras empresas, lo reclaman ya no como un derecho, sino como una urgente necesidad.

El valor de nuestras empresas es cada vez más un intangible. Cualquier persona que se acerque a comprar un coche, descubrirá que prácticamente son todos iguales. Tienen iguales frenos, volante, ruedas, las mismas prestaciones, medidas de seguridad. Cada vez más, la decisión en la elección de un coche es más un sentimiento, una sintonía, que una valoración pormenorizada de las diferencias de uno sobre otro. Igual nos ocurre con otros muchos sectores: banca, servicios… al final, tomamos elecciones en base a una percepción: nos sentimos más identificados con unos productos que con otros, y sobre esa sensación actuamos. Es por eso que la realidad humana se ha convertido en el elemento diferenciador de cualquier empresa. Los recursos humanos ya no son recursos, ni un coste para la empresa. Son la realidad básica sobre la que se asienta toda posibilidad de desarrollo. Las empresas lo están entendiendo no como reflexión más o menos bondadosa de su responsabilidad social, sino como una urgente necesidad para mejorar su cuenta de resultados. Desde ese punto de vista, gestionar la carrera profesional de quienes forman parte de una firma, se convierte en la primera prioridad de nuestras organizaciones. El talento, la creatividad, la capacidad de análisis de nuestro personal es el único recurso que nos permite competir en un mundo donde las tareas mecánicas son realizadas por máquinas, y donde la tecnología parece capaz de hacerlo todo. ¿Dónde se aporta valor?

Formar al personal de una compañía no facilitarle un montón de recursos, ni siquiera ayudarles a alcanzar una serie de habilidades más menos útiles. Formar, como educar, es acompañar a conocer la realidad. Acompañar, que implica no imponer la realidad a las personas. Nuestra realidad. La formación no puede ser algo que se imponga. Es mucho más una invitación, una sugerencia, una visión de un espacio mucho más amplio. No podemos imponer la realidad, por muy convencidos que estemos de que es buena. El don más genuino del hombre es su libertad, y nada ni nadie puede ir contra él.

No podemos imponer la realidad, ni tampoco debemos dejar que la gente la conozca sola. Nadie aprende solo. Todos necesitamos apoyarnos en algo para conocer las cosas. En ese sentido, los programas de formación se valdrán de mil sistemas diferentes que ayuden a conocer (aprender conocimientos) o a desarrollar determinadas habilidades.

La empresa de nuestro tiempo es posiblemente el agente social de mayor magnitud. Dentro de su responsabilidad social no solo está el respeto por la ley o las buenas costumbres, o la obligación de contribuir al bien común. La empresa de nuestro tiempo debe ayudar al desarrollo personal de la persona, entre otras cosas, porque si la persona no se desarrolla como persona en la empresa, no lo hará en ninguna parte. A las empresas les interesa ese reto, como parte de su responsabilidad pero también como la mejor garantía para conseguir que las personas aporten a la empresa lo más genuino: su talento, el activo básico de todo desarrollo.

2 comentarios:

Manuel dijo...

como lo expresamos en terminos de mantenibilidad?

JUAN GOMEZ dijo...

muy interesante la acotación del ejemplo, resulta inportante destacar que la gerencia moderna para el mantenimiento el recurso humano ha traspasado fronteras donde no basta obviamente el conocimiento técnico sino la capacidad de conformar equipos de trabajo que permitar analizar y decidir para un fin común objetivos puntuales del mantenimiento